¡Basta! ¡Basta
ya!
me grita metafóricamente mi
subconsciente con los brazos cruzados, apoyada en una pierna y dando golpecitos
en el suelo con la otra. Métete en el coche y vete a casa. Olvídalo…¡ahora mismo! Y deja ya de autocomplacerte, de castigarte
y toda esa mierda. Respiro
hondo varias veces y me levanto. Ánimo. Me dirijo al coche secándome las
lágrimas. No volveré a pensar en él.
Anotaré este incidente en la lista de experiencias de la vida.
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